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Mensaje de la Directora

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Entre héroes y heroínas

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Las ramas de un roble cobijaron mis alas mientras se preparaban para volar.  El rumbo de mi vuelo se veía cada vez más claro, encontrar la respuesta a esa pregunta constante que revoloteaba en mi cabeza: ¿cómo educar niños felices que abracen a sus sombras?  Con aquel sueño en mente volé al norte y al sur, hasta ver nacer esta institución. 

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Más que un déjà vu la historia que presencié en la época de los ochentas sigue hoy tan vigente como en aquel entonces.  El nombre del héroe o la heroína cambia, mas nunca su esencia.   Aquel lugar de cerebros variopintos dejó de ser agradable para Mauricio, habían coartado su derecho a disfrutar del recreo por ser considerado el disruptor de lo que parecía ser armonía.

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Desde temprana edad, el niño había sido etiquetado como “hiperactivo” opacando el potencial de su coeficiente intelectual.  La madre, fuerte como la madera, se rehusó una y otra vez a sedar el inquieto ímpetu del aburrimiento que lo aquejaba.  Ese instinto, que va más allá de lo que los expertos pueden comprender, fue clave.  Con la sabiduría que pasa de una generación a otra, sin importar los avances tecnológicos, aquella tarde cambió el rumbo de la historia: tras observar la capacidad de concentración de Mauricio para encontrar palabras le propuso un juego:

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"Hijo te puedes llevar mi revista a la escuela, eso sí, cada vez que termines tus trabajos de clase o te sientas aburrido la sacas.  Vas a hacer todo lo que puedas.  Al final del día yo te daré un premio."

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Al día siguiente, Mauricio se fue ilusionado a la escuela, regresó feliz y sin ningún recado en su cuaderno de comunicaciones.  La madre sorprendida encontró que, al librito aquel, que ella solo le había completado una página, su hijo le había llenado los 57 restantes.   ¿Qué había cambiado?

 

La maestra al ver la nueva actitud del niño pensó que la madre finalmente lo había medicado, su sorpresa fue aún mayor cuando comprendió que todo aquel brillo era producto de táctica y estrategia aplicada con amor. 

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Cambiar la receta de la “pastilla mágica” es posible, como en esta historia, por una sopa de letras o un espacio de movimiento entre otras muchas opciones.  La clave está en conectar con el ser de ese individuo en formación.  Ser capaz de escuchar más allá de las palabras o las acciones; para ver lo que hay en su interior, qué necesita y cuáles son sus miedos. Llevarle paz a su alma, calmar sus temores, brindar seguridad y serenidad.

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Vivimos entre héroes y heroínas, bendecidos por Dios con talentos únicos y especiales, cada uno aprenderá a su propio ritmo.  Su felicidad y satisfacción está dentro de su ser, esa esencia que los hace únicos y maravillosos. 

 

¡Los super poderes son sus talentos!

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